El Museo Histórico “Juan Meisen Ebene” fue el escenario elegido para celebrar hoy por la tarde el Día del Inmigrante, acto al que asistieron integrantes de numerosas colectividades afincadas en la ciudad. Muchos de ellos pisaron, por primera vez, suelo madrynense justamente allí, puesto que el edificio del actual museo albergó antiguamente a la Estación de Ferrocarril y a la Terminal de Ómnibus. Un símbolo de la esperanza de quienes iniciaban un nuevo camino en busca de un mejor futuro.
Promovida por la delegación local de la Dirección Nacional de Migraciones y la Municipalidad de Puerto Madryn, la conmemoración también contó con la presencia de autoridades municipales, provinciales y nacionales.
Los inmigrantes llegan, algunos, desde muy lejos, con la valija en la mano y cargados de ilusiones. Hace poco más de 100 años, millones de personas vinieron desde muy lejos para quedarse a vivir en Argentina, dejaron sus casas, sus familias y sus países de origen en busca de una vida mejor. Fueron varios los motivos que los impulsaron a realizar este viaje: buscaban un trabajo mejor, la posibilidad de tener su propia tierra para cultivar, escapaban de guerras o de gobiernos que no aceptaban sus creencias e ideas.
En menos de cincuenta años, entre 1870 y 1915, la población argentina se quintuplicó. Este hecho impactó también por estas latitudes, donde luego de la llegada de los colonos galeses, el crecimiento de la ciudad ofrecía posibilidades de trabajo a la vez que requería fuerzas nuevas para la construcción de lo que sería un Madryn más que prometedor. En esos años, el diverso aporte inmigratorio aumentó la población que se asentó en la ciudad.
Así, tal como sostiene el antropólogo Lévi-Strauss, la diversidad cultural enriquece la vida de la humanidad, las sociedades humanas crecen y se desarrollan junto a otras, no permanecen nunca solas aunque las percibamos como separadas; el contacto próximo, necesario para la supervivencia de las comunidades, no impide en ellas el anhelo o deseo de oponerse, distinguirse, ser ellas mismas. Anhelo que, según el autor, se hace posible en el encuentro con el otro, pues las relaciones de los grupos se fructifican en el encuentro, en la cercanía con el distinto. Es el aporte intelectual, estético, sociológico de todas las culturas el que forma y conforma la vida de los pueblos que habitan la tierra.
Durante el encuentro, hicieron uso de la palabra Élida Fernández, integrante del Centro de Estudios Históricos y Sociales;
Judith Williams, descendiente de aquellos galeses que llegaron a nuestras costas hace cerca de 150 años. También se refirió a los presentes el jefe de la delegación Puerto Madryn de la Dirección Nacional de Migraciones, Gastón Morales.
Finalmente, en representación de la Municipalidad de Puerto Madryn, habló la subsecretaria de Relaciones Institucionales y Fortalecimiento de las Organizaciones Sociales, Milagros Badaloni, quien recordó que se conmemora el Día del Inmigrante por el Decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nº 21.430 en el año 1949, durante el gobierno de Juan Domingo Perón. “Se eligió esta fecha para recordar la llegada de los inmigrantes al país en recuerdo de la Disposición dictada, en 1812, por el Primer Triunvirato que establecía: ‘El Gobierno ofrece su inmediata protección a los individuos de todas las naciones y a sus familias que deseen fijar su domicilio en el territorio’. De esta forma, la República Argentina abrió sus fronteras a los inmigrantes de todo el mundo que quisiesen vivir en este suelo”, expresó la funcionaria.

Reconocer necesidades, derechos y anhelos

Luego, Badaloni sostuvo: “Estamos convencidos de que el intercambio cultural enriquece y nos hace evolucionar como sociedad. Reconocer en el otro las diferencias, aceptarlas, compartirlas, interiorizarnos sobre sus tradiciones, hábitos y costumbres nos permite borrar las fronteras políticas y crecer como una ciudad que no sólo acepta sino que recibe, comparte y se hermana con quienes deciden habitar este suelo. Pero, debemos diferenciar entre visibilizar e integrar”. Para la Subsecretaria, integrar es reconocer en el inmigrante sus necesidades, sus anhelos y pregonar porque goce de los mismos derechos y obligaciones que los nativos.
En relación con esto, Milagros Badaloni expresó: “Por eso, es necesario que se reconozca que muchos de quienes llegan a un nuevo suelo -así como ocurrió con muchos de nuestros abuelos y bisabuelos- , lo hacen no sólo en busca de un futuro mejor, sino con necesidades que son presente y deben ser cubiertas por quienes promueven y sostienen las políticas migratorias de nuestro país con el compromiso y responsabilidad política que demuestre que aquello, que se formalizó en 1812 y se hizo bandera en 1949, no es algo que hoy algunos pretenden borrar con el codo”.
El cierre musical del acto estuvo a cargo de Peggy Rodríguez, presidenta de la Casa de Galicia de nuestra ciudad, quien hace días fue reelegida al frente de esta colectividad. Ella interpretó María Soliña, canción gallega y tuna compostelana, en homenaje a los tunos de la Universidad de Santiago de Compostela.